¿Pueden los habitantes de Córdoba en Colombia curarse de la guerra reconociendo los secretos de la botánica del bosque seco trópical?
“Un pueblo que no sabe ni estima su historia, falto queda de raíces que le sustenten, y lo que es peor, no tiene conciencia de sus destinos como nación”
Miguel Antonio Caro
Los habitantes de pequeños pueblos, veredas y caseríos de la sabana cordobesa han coexistido viendo ir y venir a extraños en busca de las riquezas de estas tierras. De esta forma, muchas historias se han entretejido durante siglos en la costa caribe Colombiana. La historia de la Ipecacuanha y su vínculo con el territorio cordobés, está desapareciendo. Este es un intento por rescatarla del olvido.
¿Señor, conoce usted la Carapichea Ipecacuanha? Pregunté con el deseo de encontrar alguna persona que me indicara como poder hallarla. Así, apareció el señor Francisco Uparela. Desde el segundo piso de una casa a las afueras de Planeta Rica, entre libros, fotos y diplomas, el señor Uparela al que algunos llaman loco al no comprender su interés por la historia, compartió conmigo sus conocimientos sobre la planta .
El señor Uparela me relató la llegada de los campesinos provenientes de Sincelejo y Montería que en el siglo XIX buscaban en esta planada rica: cauchos, quina, zarzaparrilla y raicilla o ipecacuana para proveer a compañías internacionales interesadas en la riqueza botánica de la zona como la compañía maderera estadounidense George D’Emery y la Compañía Francesa del Valle del Sinú que tenía su base en la hacienda Marta Magdalena en Montería. Estás empresas se apropiaron de las riquezas botánicas de la sabana caribeña con el beneplácito del gobierno colombiano que buscaba alianzas para “civilizar y desarrollar” el bosque seco trópical.
El señor Uparela continúo la historia haciendo énfasis en lo espesa que era la selva y lo difícil que era encontrar este pequeño arbusto similar a una planta de café perteneciente a la familia Rubiácea porque tenía empauto con el diablo. Era y sigue siendo una planta esquiva que busca la sombra de grandes bosques del ecosistema seco tropical que casi está extinto en Colombia.
Me mostró un pequeño libro de medicina dondé señaló los efectos benignos y muy apreciados en la incipiente farmacología de la época. Al parecer la raíz de la planta era comercializada y muy bien paga en los mercados de Cartagena y Mompox.
Así, la historia de esta planta, la raicilla como la llaman los Planetarricences, se combina con la historia fundacional del pueblo. Algunas manifestaciones culturales como: poemas, el himno de la ciudad, algunos porros y una escultura de tres hombres sin rostro que ya fue destruída, sirvieron para darle reconocimiento a la planta y a los raicilleros.
Los raicilleros ya no existen, la escultura ya no está. Dicen que fue destruída por un ex militar víctima de un bombardeo, quien en un arrebato de furia y locura, confundió la escultura de los campesinos sin rostros con el enemigo y los mutiló a pedradas.
¿Seremos capaces de reconocer el valor de los campesinos que todavía caminan por los relictos del bosque seco y aprender a diferenciar cuales son las verdaderas riquezas de la planta rica?
Es posible que reconocer las riquezas naturales curé los dolores de la guerra.
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